La experimentación es uno de los medios a los que recurrimos los investigadores para el estudio del material arqueológico, frente a numerosas cuestiones suscitadas por su observación. Consiste en un proceso analítico que pasa por diversas fases de observación, y un vaivén constante entre el examen del material arqueológico y el de los datos obtenidos por la experimentación.

     La experimentación fue utilizada para el estudio del arte paleolítico poco después de su descubrimiento, con intención de autentificarlo : así, L. Legay entre 1875 y 1880 fue el primero en desarrollar un programa experimental a fin de relacionar el útil en sílex con las incisiones encontradas en diferentes objetos arqueológicos. De todas maneras, su desarrollo se dio en paralelo con los estudios tecnológicos realizados en el cuadro de los objetos en materias óseas. La experimentación forma parte de las tres fases importantes que caracterizan los estudios tecnológicos y que son : la unión entre la experimentación y comparación con las piezas arqueológicas, la lectura y la caracterización de los estigmas técnicos y la integración de las técnicas reconocidas en un esquema operativo general en primer lugar y después en un esquema crono-cultural.

     En el caso del estudio del arte, la experimentación permite responder a cuestiones precisas sobre la reconstitución de los procesos técnicos : transformación del soporte, realización del gesto, sentido del trazo, etc... Se trata de reproducir los gestos, para después analizarlos, y así obtener un referente comparativo de estigmas (con ayuda de observaciones macro et microscópicas) para el material arqueológica (cf. cf. tesis de Lise Aurière).